Armando piensa en una cadena piezas. Cada pieza, cual engranaje de un motor, constituye un factor crítico, a analizar. Cada análisis arroja como resultado nuevas piezas.
Lo loco de ésta cadena es que no se detiene, tampoco lo hace el análisis de Armando. Armando arma una cadena, la rehace, la rechaza y la destruye. Armando se ve en cada detalle de esa cadena. Armando se ve en cada uno que le niega su identidad; un No-Armando.
En otra esquina de la ciudad, Antonio se detiene a observar el tránsito. No suele frecuentar las calles mientras colapsan, más bien espera -mientras se prostituye- a que se haga la hora.
Hubo un choque. Antonio lo observa. Dos heridos de gravedad. Antonio podría haber estado ahí.
1 comentario:
Decime que en ese relato hay algo de ficción, especialmente el final... :O
Hay Raggio, Raggio... o como me gusta decirte: Ray.
Un abrazo hermano, bienvenido al mundo de los bloggers.
Publicar un comentario