29/3/13

La de Jaime

Marmota - Jaime Sin Tierra.


Llego pedaleando. La rueda de atrás viene medio desinflada, y eso que antes de salir le metí aire. 

El Sol me calienta la remera negra vieja, manchada, de Dos Reyes. Tenía otra parecida, la había tirado a la basura después de que me hicieran pizza humana cuando terminé Cs. Políticas.


-Solo ella es capaz de llevarse mi soledad. Solo ella es capaz de llevarse mi soledad.

Estaba tirado en la cama. Tenía el cuerpo defectuoso, viejo, roto, con problemas de motoridad y de ubicación espacio temporal.

-Vacío por dentro, por dentro, por dentro, por dentro.

Había mucho sol afuera, pero las cortinas de ese viejo living boedense, de quizás 30 o 40 años atrás, lo hacían parecer a escena de Allan Poe o un a cuadro de Edward Munch La palera de colores es definitivamente la de El Grito, de Munch. La silla de ruedas estaba próxima. Me hace pasar sobre el costado de la cama, me pide que lo agarre desde debajo del brazo derecho, ese que tiene paralizado en forma de ve corta invertida. Como en la chapotera del Chavo. Empieza a divagar. No quiere levantarse. Pide que lo dejen un rato más.

Ella le saca una aguja que tiene clavada cerca del pubis, un poco más arriba y a la izquierda. Sobre el final de la manguera que sale de la aguja hay una bolsa que tiene pis. Ella cruza la manguera y se la engancha en la cintura. Le pide que se pare. Le explica que ya le sacó la aguja, que ahora tiene que pararse porque yo me tengo que ir.

Y es cierto. Estoy pensando constantemente en irme de ese lugar.

Me pregunto qué pasa, por qué estoy ahí, con poca luz, con las persianas bajas que dan a un patio que está techado y limita con el pasillo de un PH, a una casa de la autopista. Afuera está el sol. Llego, me saco las zapatillas y empiezo a tipear.

-El techo de mi cuarto lleno de universos. El techo de mi cuarto lleno de planetas. Y mi mente es un lugar más donde vivo yo y nadie puede entrar jamás. Jamás. Jamás.

No hay comentarios: